Los economistas suelen decir que la Economía
estudia la forma de distribuir recursos limitados, para satisfacer deseos
ilimitados.
En lo personal pienso que la Economía estudia
principalmente incentivos. Un incentivo es un "empujón" que una
persona recibe, en una dirección. En economía puede existir un incentivo que
nadie elige, como el alto costo de ciertos materiales, que "empuja" a
usar materiales más baratos, o a usar menos.
Pero para los gobiernos, toda acción, regla o
conducta, suele crear incentivos, y muchas veces las autoridades no los prevén
con claridad, pero tienen su efecto.
Un caso visible recientemente, tiene que ver con
la contaminación de la ciudad, y los incentivos que por años han generado las
autoridades de esta ciudad, y que hoy están dejando ver sus resultados.
Cuando se elimina la tenencia para el 90% de
los autos, se construyen más avenidas (para autos) aún en segundos pisos, se
"empuja" a los habitantes a comprar más autos.
De poco ayuda que el gobierno quiera promover
la bicicleta o caminar, si la policía no protege su circulación y los autos son
los que mandan (a veces aún a la policía).
Aún menos ayuda hablar bien del transporte
público, cuando las colonias de más alta población o economía, como Cd. Neza,
Chalco, Naucalpan, Izcalli, Lomas, Santa Fe, y otras están a kilómetros de la
estación más cercana. Si los autobuses son asaltados, mal mantenidos, y peor
manejados, nadie siente un "empuje" para usarlos, si pueden evitarlo.
En los años 90s se implementó el programa
"Hoy No Circula", con la intención de reducir la contaminación. Pero
el incentivo no fue ese, sino comprar un segundo auto, y el número de autos
aumentó, pero con autos más viejos.
Hoy, la ciudad se enfrenta a los resultados de
sus malos incentivos. Y nadie está contento. Hay que dejar de fingir que bajar
impuestos, estándares y revivir programas fallidos va a resolver el problema.
La semana pasada se publicó una nueva norma de
verificación y control ambiental, con límites de contaminación un poco más
estrictos, y nuevas medidas. Lamentablemente, nada parece indicar un cambio de
política pública a largo plazo, para eliminar los incentivos al uso de
automóviles.
El transporte público sigue siendo reducido,
sin cobertura y relativamente inseguro. El Metro no cubre a más de la mitad de
la población del área metropolitana, los camiones, microbuses y demás son
inseguros (siguen teniendo accidentes irresponsables), y a veces irregulares.
Los taxis aún son poco confiables, y muchas veces, piratas tolerados por la
autoridad.
Mientras esto no cambie el uso del automóvil
no va a reducirse. A pesar de las palabras, discursos y normas, los incentivos
siguen empujando para un uso mayor del automóvil, y quien lo pueda pagar lo va
a hacer.
La contaminación no es la elección de nadie en
la ciudad, no conozco a nadie que quiera contaminar. Simplemente sucede que el
sistema de incentivos empuja a todos a contaminar más de lo necesario. Desde
limitar la construcción de vivienda dentro de la ciudad, a un mal transporte
público y falta de seguridad.
Mientras no se organicen los incentivos para
un menor uso del automóvil, la gente seguirá comprando automóviles, y el problema
de la contaminación no va a cambiar.
Para que todos avancemos en una misma dirección, y el problema de contaminación se pueda resolver; los incentivos deben estar coordinados y planeados a largo plazo
Nota.- Columna Publicada en Cambio (13-Jun-16).