Sin embargo, para
muchas profesiones, incluyendo contadores, médicos y abogados, estar
actualizado no es sólo una opción, sino una obligación ética y profesional.
Todos conocemos
innumerables historias de abogados, médicos, contadores y demás profesionaistas
que por falta de ética, conocimientos actualizados o seriedad, arruinan vidas,
empresas y patrimonios de las personas que, por desconocimiento o mala fortuna,
caen en sus manos.
Por eso, hoy hay en
el Senado una iniciativa de ley, que busca obligar a estas profesiones a
inscribirse de forma obligatoria a un colegio profesional, que los obligue a
estar actualizados, a que actuén de forma responsable y ética.
La intención es que
los Colegios certifiquen que los profesionistas son responsables (bajo pena de
expulsar a los malos profesionales), así como que están actualizados y presten
servicios sociales (dando servicios gratuitos a personas en necesidad).
Esta iniciativa
sigue un poco la práctica de países como el Reino Unido y los EUA, donde los
abogados y médicos deben sertificarse regualrmente y estar inscritos en los
colegios profesionales correspondientes. Son los colegios los que sancionan o
incluso expulsan a los malos elementos, y obligan a todos a estar actualizados.
Los abogados en
estos países temen más a una sanción del colegio profesional que de las
autoridades oficiales, en parte porque un abogado que no puede convencer a un
juez de su inocencia deberá ser muy malo, pero entre abogados, es más dificil
ocultar las malas prácticas o la negligencia profesional.
La Iniciativa tiene
puntos controversiales, como limitar a un máximo de 5 colegios por entidad y
profesión; permitir un “pase automático” a los colegios actuales, cuando los
nuevos deberán cumplir diversos requisitos para su autorización; y poca
claridad respecto de quienes están obligados a la colegiación y certificación.
Por ejémplo, ¿todos los abogados deberá certificarse, o sólo los que litiguen
en tribunales?; los funcionarios que son abogados, y que su puesto exige ese
título profesional, ¿perderán su puesto si no se certifican regularmente?; y la
más importante: ¿no hay una forma de lograr la actualización y responsabilidad
ética de la profesión sin una colegiación obligatoria?
Sería un poco
ingenuo asumir que sabemos las respuestas, pero las preguntas son relevantes.
En lo personal,
conozco muchos profesionales que darían respuestas distintas a estas preguntas;
desde los que como nosotros, ya están colegiados y certicicados (o en proceso)
y muchos otros que no han visto un curso de actualización desde antes de las
devaluzaciones de los 90s.
En lo personal,
tuve pesadillas sobre la universidad hasta entrado en la carrera profesional.
Pero sin los cursos, reuniones y trabajo de actualización que hacemos, no creo
que seríamos los profesionaistas que nuestros clientes merecen y exigen.
Aunque la certificación me cause nuevas y peores
pesadillas en el futuro, las historias de horror que todos hemos escuchado de
malos profesionistas que arruinan, encarcelan o destruyen la vida, patrimonio y
futuro de sus clientes, son peores y quitan el sueño a muchas más personas. Así
que ni modo, habremos de regresar al colegio.
Nota.- Columna publicada en Cambio (7-Feb-16).
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